Una de las cosas en las que más me he puesto a pensar es en la calidad educativa de el estado. No pongo en duda la calidad de los maestros como tales, sino que reflexiono sobre las suspensiones de clases habituales. Ya sea por el mal tiempo, por manifestaciones o porque el propio calendario escolar lo marque, todos los meses hay suspensiones de labores educativas. Y no es que no las disfrute, ya que como todo buen alumno, anhelo con ansias que en un día que tiene mal clima el gobernador diga en su red social "bla bla bla bla bla bla... se suspenden clases en todos los niveles en el estado de Veracruz". Eso me llena de júbilo.
Pero volviendo al tema, la verdad sea dicha TODOS los alumnos resultamos perjudicados el día siguiente. Maestros que iban a encargar tareas para cierto día y por las tardanzas deciden adelantarlas, dormir con la incertidumbre de si al día siguiente va a haber clases o no, o por lo mismo pasar las noches en vela esperando un anuncio del gobernador de que se vuelven a suspender (que generalmente no llega) y al día siguiente despertarse con cara de lelo y casi sin ganas de moverse.
Por ello es que me gustaría que los estudiantes evaluáramos más si en verdad nos conviene faltar a clases o sólo nos vuelve más horrible el día siguiente en la escuela en 12943838438574883928489384% (te aseguro que no leíste el número entero) y quizás en esos días en que no queremos hacer nada, ponernos a adelantar tareas, que aunque suene nerd es muy funcional.
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